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Recurso elaborado por Angie Mojica
En este recurso, usted hallará información central sobre múltiples figuras y estrategias retóricas y su utilidad en la escritura. Sobre estos temas existe un amplio acervo teórico en el cual se proponen formas variadas de clasificar las figuras retóricas o de comprender las estrategias que pueden utilizarse al momento de escribir. En el desarrollo de este recurso, se retomará parte de dicho acervo teórico –ciertamente no todo, pues esto excedería la extensión y el objetivo de este documento– con el fin de proporcionarle al lector herramientas útiles para producir diferentes textos.
*Tenga en cuenta que este recurso se encuentra asociado a un conjunto de ejercicios personalizados que le permitirán poner en práctica los contenidos de esta guía. Para acceder a estos ejercicios, por favor haga clic aquí.
En términos generales, conocer y utilizar las figuras y estrategias retóricas tiene varios beneficios. Por un lado, las primeras adornan y enriquecen el discurso proporcionando múltiples posibilidades para expresar ideas. Las estrategias, por su parte, contribuyen a la organización del discurso según la intención de quien escribe. Además, más allá de lo ornamental (cuestión que en muchos casos atañe al estilo), las figuras y las estrategias retóricas son útiles para ilustrar mejor lo que pensamos y lograr una comunicación eficaz con el interlocutor. En ese sentido, ambos elementos se pueden aprovechar tanto en la oralidad como en la escritura. A continuación, se verá, particularmente, en qué sentido son provechosos para la producción escrita.
Para empezar, observe las siguientes palabras. ¿Reconoce cuáles se refieren a figuras retóricas y cuáles a estrategias?
Comparar / Símil / Metáfora / Narrar / Metonimia
Para diferenciar cuáles son figuras y cuáles son estrategias (lo cual se aclarará más adelante) es oportuna la siguiente información. La Real Academia Española, en el Diccionario de la lengua española (2020), establece que la retórica es el “arte del bien decir, de dar al lenguaje escrito o hablado eficacia bastante para deleitar, persuadir o conmover”. Por supuesto, esta definición resulta bastante general y se podría ampliar o profundizar mucho más. No obstante, en principio es apropiada para fundamentar el ámbito de operación de la retórica (el lenguaje escrito u oral) como arte del buen decir y para reconocer de manera incipiente las múltiples intenciones con las cuales se utiliza. Justamente, las figuras y las estrategias retóricas son herramientas para conseguir ese “buen decir” conforme a diferentes propósitos. El lector puede, entonces, preguntarse qué son y para qué sirven específicamente estas herramientas. Eso es lo que veremos enseguida.
Las figuras retóricas son fenómenos lingüísticos que afectan a las palabras y a una unidad básica: la oración (Mayoral, 1995, p. 30). Si bien esta definición, como ocurre con la de retórica, también podría ampliarse o precisarse más, ofrece una aproximación teórica inicial adecuada para comprender qué son las figuras retóricas. Estas afectan a las palabras porque las modifican en su sonido y en la escritura –lo cual se analiza en el segundo apartado de este recurso– y a las oraciones porque es en esa unidad (compuesta por un sujeto y un predicado) donde provocan alteraciones gramaticales y de sentido. Sin embargo, es importante tener en cuenta que en muchas ocasiones las figuras retóricas exceden este límite y abarcan un ámbito más amplio que el de la oración, pues pueden aparecer constituidas a partir de párrafos, textos más extensos e incluso libros. No se trata, pues, de que las figuras retóricas solo se construyan en una oración: su extensión y ámbito operacional puede expandirse.
Conviene añadir, siguiendo a Mayoral (1995), que estas figuras constituyen, en muchos casos, una desviación de las normas gramaticales. Esto significa que muchos parámetros de lo que se considera gramaticalmente correcto se rompen al usar figuras retóricas, lo cual se verá de manera explícita, por ejemplo, al analizar figuras retóricas como el asíndeton y el polisíndeton al inicio de la sección 2 de este recurso. Adicionalmente, a las figuras retóricas se les atribuye una función ornamental en el discurso (sirven para decorarlo) y se utilizan conforme a una intención determinada para producir diversos efectos en el receptor. A propósito de los ejemplos mencionados previamente y de estas características, son figuras retóricas, entre otras, el símil, la metáfora y la metonimia, tal como se detallará en el siguiente apartado. Como veremos, en general a las propiedades mencionadas de las figuras retóricas se pueden añadir otras alusivas no solo a su función ornamental, sino a su utilidad para la comunicación efectiva de las ideas. Por ahora, baste con esta definición general para empezar a aproximarse a ellas.
Ahora, examinemos en qué consisten las estrategias retóricas. En términos generales, estas son modos de organización del discurso según el propósito del autor. Tienen, entonces, relación con formas de estructurar el pensamiento y disponer las ideas a través del discurso. En la escritura, estas estrategias proveen al autor elementos para ordenar sus textos. En los ejemplos mencionados al inicio de esta sección, comparar y narrar son estrategias retóricas por razones que ya veremos en la sección 3 de este recurso.
A partir de lo dicho previamente, es posible identificar que las figuras y las estrategias retóricas coinciden en dos aspectos fundamentales: son útiles para organizar el discurso y se usan deliberadamente conforme a los propósitos del autor. Sin embargo, una diferencia elemental entre las figuras y las estrategias retóricas es que en muchos casos las primeras modifican la lengua en un nivel “micro”, es decir, al nivel de la palabra o de la oración. Las estrategias, por su parte, trascienden dicho ámbito, pues ellas siempre intervienen en un nivel “macro” mucho más amplio que el de la oración para la organización de los textos. Además, aunque figuras y estrategias pueden combinarse, tienen funciones y usos diferentes; no obstante, a medida que el lector avance por las secciones de este recurso, notará por qué esta diferencia puede ser cuestionable en muchos sentidos y verá cómo pueden trazarse relaciones más complejas que las aquí enunciadas entre las figuras y las estrategias retóricas.
En el apartado anterior se ha definido de modo general en qué consisten las figuras retóricas. Ahora, aclaremos dos cuestiones importantes:
En este recurso se explican figuras y tropos antes que metaplasmos por considerar que mediante los primeros se puede vislumbrar mejor el provecho de estos recursos retóricos en la escritura de múltiples tipos de texto. Adicionalmente, para los efectos de este recurso subsumiremos todas esas categorías en la simple denominación de figuras subrayando la utilidad de estas, sea cual sea su ámbito de intervención (la palabra o la oración), en la escritura. Por otro lado, se mantiene el adjetivo retóricas y no literarias porque se explicarán en un sentido amplio, no restringido a la producción literaria.
Aclaradas tales cuestiones, fíjese en el siguiente listado, ¿cuántas de estas figuras retóricas reconoce o comprende cabalmente?
Aliteración / Apócope / Asíndeton / Pleonasmo / Anáfora / Símil / Metáfora / Metonimia / Sinécdoque / Alegoría / Excurso o digresión / Ironía / Oxímoron / Etopeya / Analogía / Prosopopeya / Execración / Apóstrofe / Polisíndeton / Interrogación / Aféresis / Epíteto
Esta lista, breve si se le compara con la cantidad de figuras retóricas existentes, contiene varias figuras. Solo una docena de estas se expondrán con más detalle en este recurso, pero vale la pena tener en cuenta, según se ve a partir de este listado, que existen muchas más. El lector notará, a medida que se desglose la información, por qué y para qué son útiles en la escritura. Aquel lector que quiera conocer la profusa cantidad de figuras que existen bien puede consultar diferentes diccionarios y obras útiles para ello, por ejemplo, el libro Las figuras retóricas. El lenguaje literario 2, escrito por José Luis García Barrientos (1998), en el cual encontrará más de ciento veinte figuras. Las que aquí se destacan han sido seleccionadas considerando su especial provecho para la escritura.
El asíndeton es una figura retórica que consiste en la eliminación de los elementos de enlace (denominados nexos o conjunciones) entre las palabras de una oración. ¿Puede identificar esta figura en el siguiente ejemplo?
¡Decídanse pronto, piensen en los cambios que vendrán, voten por nosotros!
Tal vez el lector haya notado que aquí se ha eliminado la conjunción o el nexo y, necesario gramaticalmente al final de la oración antes de la palabra voten. Para que la oración sea gramaticalmente correcta es necesario escribir ¡Decídanse pronto, piensen en los cambios que vendrán y voten por nosotros! (véase al respecto el recurso sobre La coma, específicamente la sección Coma para dividir enumeraciones simples). Sin embargo, quien escribe tiene licencia para suprimir ese nexo en aras de “acelerar” la expresión de las ideas y darles fluidez y fuerza expresiva. En ese sentido, el asíndeton es útil justamente para eso: otorga viveza y dinamismo al discurso. En una consigna política, por ejemplo, la oración aquí expuesta resulta apropiada para exhortar apresuradamente a los lectores a votar por un partido o agrupación política.
Esta figura es opuesta al asíndeton. Mediante el polisíndeton se emplean repetidamente las conjunciones en lugar de omitirse. Fíjese en el siguiente ejemplo:
Si seguimos perjudicando al medioambiente del modo en que lo hemos hecho hasta ahora, no habrá marcha atrás. Se extinguirán el oso polar y el tiburón y la ballena y el rinoceronte y el gorila de montaña y el leopardo de las nieves… Veremos, entonces, todavía más acentuada, una pérdida grave e irreversible de la biodiversidad.
¿Ha notado en dónde aparece el polisíndeton? Quizás usted se haya percatado de que la repetición constante de la conjunción y es la que constituye dicha figura, la cual le otorga expresividad al discurso destacando cada uno de los elementos enumerados. Así, en este caso, el escritor destaca todas las especies que estarán por extinguirse. De nuevo, aunque esto sea gramaticalmente inapropiado (se sugiere nuevamente visitar el recurso sobre La coma, específicamente la sección Coma para dividir enumeraciones simples), usted como escritor(a) puede utilizar esta figura si lo considera pertinente para su discurso, siempre que esté claro de qué manera puede aportarle expresividad a la comunicación de las ideas.
En general, el pleonasmo puede definirse como un exceso de palabras innecesarias para la comunicación de las ideas. Sin embargo, como figura retórica el pleonasmo puede ser apropiado para añadirle expresividad o énfasis a las ideas comunicadas en las oraciones. Compare los siguientes ejemplos e intente identificar el pleonasmo para, luego, determinar cuándo es innecesario y en qué caso aporta expresividad o énfasis:
Evidentemente en el primer ejemplo las palabras “salgan para afuera” constituyen un pleonasmo innecesario e incluso perjudicial para la comunicación clara y eficaz de la idea. Bastaría con escribir “Por favor, salgan”. En contraposición, en el segundo ejemplo hay un pleonasmo útil: “los vi con mis propios ojos” . Si bien evidentemente ver es una actividad que se hace con los ojos, la añadidura de palabras aporta expresividad y permite comprender el énfasis que el testigo quiere poner en el hecho de que él realmente presenció los hechos. El uso apropiado o inapropiado del pleonasmo depende de que el escritor garantice su aplicación con fines expresivos claramente estipulados.
El símil es una figura retórica mediante la cual se comparan dos o más cosas (hechos, situaciones, objetos, personas, etc.) a partir de sus relaciones o similitudes. ¿Cómo se construye el símil en el siguiente ejemplo?, ¿cuáles son las entidades comparadas y qué atributos similares o diferentes se les otorga?
Escribir es como construir un edificio: hay que disponer los materiales (las ideas), poner unas bases (según la estructura del texto que se quiere escribir) y empezar a construir las paredes (las oraciones para formar párrafos). Al final hay que revisar si el edificio en efecto ha quedado bien hecho y corregir aquellos detalles que falten por pulir.
Seguramente usted habrá advertido que el símil construido establece un paralelo entre la escritura y la arquitectura. La palabra que marca tal comparación desde el inicio es como, que –junto con la palabra cual en ejemplos como Los lugares periféricos han sido abandonados por el Estado cual niños cuyos padres no se han hecho cargo de ellos– es muy útil para constituir de manera clara y explícita la comparación. Como se ve, el símil es útil para esclarecer ideas a partir del establecimiento de semejanzas. En este caso, comparar la escritura con la arquitectura ayuda a reconocer la escritura como un proceso con etapas específicas que deben llevarse a cabo.
La metáfora es una figura retórica en la cual se realiza una transferencia de significado entre dos o más entidades a partir de relaciones de similitud implícitas. Así, el sentido literal de los vocablos se vuelve figurado a partir de una comparación. Analice e interprete las siguientes metáforas. ¿Cuáles son los elementos comparados?, ¿entre cuáles entidades (objetos, seres animados u otros) se hace una transferencia del significado o del sentido de las palabras?
En el ejemplo 1, la metáfora se elabora señalando que la zona de conflicto es un lugar (un mar) donde impera la tristeza y que, además, está infestado de tiburones (actores del conflicto que son peligrosos). Aquí, se dice que la zona de conflicto es un mar infestado de tiburones en virtud de una comparación mediante la cual se pretende significar que esa zona, al igual que un mar lleno de tiburones, es un lugar peligroso. Así, el significado de zona peligrosa se transfiere a mar infestado de tiburones; esta última expresión, mediante la cual se presenta la metáfora, no tiene un sentido literal (la zona del reportaje no es literalmente un mar con tiburones), sino que adquiere un sentido figurado a partir de la comparación.
Por su parte, el ejemplo 2 presenta la metáfora señalando que los precios “están por las nubes” para indicar que están muy altos. Así, en este caso, el significado de que los precios están muy altos se transfiere a la expresión “por las nubes”, la cual, entonces, adquiere un sentido figurado. Esto es admisible justamente porque la comparación es que las nubes y los precios son algo que está muy alto, aunque literalmente y en sentido estricto signifiquen algo distinto.
Fíjese cómo en estos ejemplos en ningún caso se pretende decir que realmente quien haga el reportaje va a nadar en un mar lleno de tiburones ni que haya precios que, cual si fueran aves, realmente vuelan en el cielo. Con esto se muestra cómo la metáfora es provechosa no solo como recurso expresivo u ornamental: es también una forma de establecer asociaciones de sentidos para comunicar ideas a partir de relaciones de significados que puedan ayudar a expresarlas más claramente. Finalmente, es preciso agregar que, en cierta medida, la metáfora es parecida al símil porque establece comparaciones, pero la primera resulta menos explícita y no tiene elementos (como las palabras cual o como) que hagan evidente la comparación.
La alegoría está compuesta por una sucesión de metáforas mediante las cuales se pretende dar a entender algo distinto de lo que se dice explícitamente. ¿Cuál es la alegoría que se propone en el siguiente caso?, ¿qué es aquello que se quiere comunicar realmente?
Sócrates, según establece Platón en Fedro (2004, pp. 145-150), discute con Fedro en qué consiste el verdadero amor. Sócrates le explica que el alma está dividida en tres partes: dos caballos y un auriga. El primer caballo es dócil, el segundo es obstinado. Cuando el auriga ve a quien ama y desea a esa persona, el caballo dócil se contiene para no saltar sobre el ser amado, pero el otro caballo se aproxima a dicho ser frenéticamente. El auriga, entonces, ve de cerca al ser amado y retrocede, pero el corcel indómito sigue tratando de acercarse. Al final, Sócrates señala que aquel auriga en cuya alma no domine el caballo testarudo, sino aquel que es mesurado y sensato habrá de conocer el amor en su sentido puro y filosófico, pues sabrá abrirse a los verdaderos afectos.
Al margen de las discusiones teóricas y filosóficas que pueda suscitar lo anterior, podemos interpretar que Sócrates está usando una alegoría (una sucesión de metáforas) para explicarle a Fedro su idea del verdadero amor. Así, mediante la imagen del auriga y los dos caballos se pretende expresar la tensión creada para el auriga (el amante) entre el placer (el caballo indómito) y la mesura (el caballo prudente). El alma, según Sócrates, debe dejarse guiar por la virtud, no puede permitirse ser arrastrada por el placer y el delirio. Esta es pues una síntesis de la alegoría de Sócrates en la cual el conjunto de metáforas (el amante representado por el auriga, el delirio y la mesura representados por los caballos) es utilizado por el filósofo para explicar su idea del amor. Con esto queda demostrado cómo, tal como ocurre con las metáforas, la alegoría (compuesta por una serie de ellas) es oportuna para crear relaciones entre múltiples significados y sentidos y, así, expresar ideas. Tenga en cuenta que las alegorías también pueden ser muy extensas. Un libro entero puede construirse a partir de una alegoría.
El epíteto es una figura mediante la cual se usan palabras para expresar atributos o características de personas o cosas. Estas palabras suelen ser adjetivos (sobre esta categoría véase el ítem 6 del recurso Clases de palabras que componen el español (parte I)), aunque estos no son la única alternativa para construir epítetos. ¿Reconoce dónde está esta figura retórica en los siguientes ejemplos?
En todos estos casos se utilizan epítetos con fines expresivos, ornamentales e incluso para hacer valoraciones sobre aquello a lo cual se refiere el epíteto. Así, en sus manos de seda, la expresión “de seda” alude a la suavidad de las manos. En el segundo ejemplo, el adjetivo poderoso sirve para atribuir una característica a Augusto y presentar una referencia a una cualidad de dicho personaje. En el tercer ejemplo, la palabra helado podría parecer innecesaria: ¿acaso un invierno no es helado per se? No obstante, allí la palabra helado enfatiza en el hecho de que dicho invierno fue verdaderamente muy frío, a tal punto que se ha dañado la cosecha. Finalmente, el epíteto amargas permite que el escritor le dé un valor a las noches que ha pasado, las cuales no han sido felices o gratas. Para todo esto son útiles los epítetos. Quien escribe puede usarlos conforme a estos propósitos según lo que pretenda comunicar.
La metonimia es una figura retórica en la cual un nombre se sustituye por otro a partir de una relación existente entre ellos. Dicha relación puede ser, por ejemplo, de causa-efecto o continente-contenido. Veamos si le es posible identificar esta relación en los siguientes ejemplos:
¿Lo ha conseguido? Aquí, la metonimia opera de los siguientes modos. En el primer ejemplo, la palabra Picasso (causa), autor de las obras (efecto) que pintó, reemplaza el nombre del cuadro que fue subastado. Hay allí una metonimia hecha a partir del reemplazo del efecto por la causa. En el ejemplo 2, por otro lado, aquello que contiene algo (los tres platos contienen comida) reemplaza lo contenido (la comida que degustaron los comensales). El ejemplo 3, el lugar (Troya) reemplaza a sus habitantes (los troyanos), quienes en realidad fueron los que sufrieron la invasión de los aqueos, no propiamente la ciudad. Finalmente, en el último ejemplo, no fueron tal cual la imprudencia y la arrogancia las que reinaron, sino las personas que fueron imprudentes y arrogantes; aquí, los sustantivos abstractos (sobre esta categoría véase el ítem 4 del recurso Clases de palabras que componen el español (parte I)) reemplazan elementos concretos, en este caso a las personas. Entonces, a partir de estos procesos de sustitución, la metonimia establece intercambios de significado que le aportan variedad expresiva a las ideas. El éxito de su uso depende de la claridad entre las asociaciones establecidas.
La sinécdoque es una figura muy similar a la metonimia, pues también opera por un proceso de sustitución. Aquí también se designa una cosa mediante el nombre de otra, aunque esta vez se puede sustituir la parte por el todo (o viceversa), el género por la especie (o viceversa), el singular por el plural (o viceversa). Antes de esclarecer esta definición, analice los siguientes ejemplos y procure establecer dónde y cómo se establece la metonimia.
Estudiemos estos tres casos. En el primero, el “todo” (Colombia) sustituye a la “parte” (determinados ciclistas colombianos quienes ganaron la mencionada competición). En el segundo, el género (el animal) sustituye a la especie (el perro) a la cual se hace referencia de un modo tácito. En el tercer caso, aludir al “ciudadano afgano” implica reemplazar con ese singular el plural “los afganos” (véase la introducción del recurso Clases de palabras que componen el español (parte I) para comprender el plural y el singular), pues son varios los ciudadanos que padecen la situación mencionada y tienen que huir. Estas sustituciones son plausibles en la escritura siempre y cuando se usen deliberadamente para enriquecer y variar las formas de comunicar las ideas.
La ironía es una figura retórica mediante la cual se expresa algo contrario a lo que realmente se pretende decir. A menudo, hace uso de la burla o el escarnio, lo cual es notorio en el ámbito de la oralidad, en el que dicha burla puede hacerse más evidente a partir de la entonación al pronunciar las palabras o de la expresión del cuerpo. Intente detectar la ironía en el siguiente ejemplo teniendo en cuenta el contexto ofrecido.
En un texto argumentativo, en el cual el autor critica el sistema político del país donde vive y su supuesto régimen democrático, se escribe:
¡Qué afortunados somos de vivir en un país democrático!, ¡cuánto deben aprender los países vecinos de nosotros! Somos, en fin, un magno ejemplo de la instauración de una verdadera democracia.
Teniendo en cuenta la definición expuesta previamente sobre esta figura retórica, es posible advertir que allí el escritor realmente cuestiona el hecho de que exista una democracia en su país; de hecho, sugiere implícitamente la inexistencia de esta. Incluso se puede identificar el escarnio o la burla que pretende propiciar quien escribe. Así, la ironía es un recurso muy eficaz para cuestionar diferentes situaciones o hacer mofa de ellas. Por eso, es una figura bastante beneficiosa para el autor.
También conocido como digresión, el excurso es una figura mediante la cual se rompe con el hilo del discurso o la materia a la cual se está haciendo referencia para introducir otros temas que aparentemente no están plenamente vinculados con el tema principal. Fíjese en el siguiente caso:
La representación cinematográfica de diferentes realidades a través del formato documental tiene un potencial invaluable para interpelar a la audiencia y generar consciencia respecto a múltiples problemáticas sociales concretas del presente, del pasado e incluso del futuro. El documental Chircales (1972), dirigido por Marta Rodríguez y Jorge Silva, es un ejemplo paradigmático de las virtudes narrativas del documental para narrar fenómenos tales como la explotación de los obreros –incluidos los niños– en el marco de condiciones históricas y políticas en las cuales la protección de los derechos humanos y la garantía de una vida digna no han sido una prioridad para los dirigentes políticos.
En Colombia, dicho sea de paso, aún hoy existen situaciones laborales en las cuales la clase obrera debe someterse a condiciones laborales precarias por carecer de los recursos básicos necesarios para su subsistencia. Además, no es un secreto el hecho de que todavía, aun cuando la legislación colombiana lo prohíbe, existe el trabajo infantil. Los niños siguen siendo una fuente de trabajo e ingresos para muchas familias. Es importante señalar esto en aras de identificar cómo estas problemáticas siguen vigentes, no son un asunto del pasado. Ahora bien, retomando lo dicho al principio, el documental tiene la posibilidad de retratar estas situaciones y generar consciencia sobre ellas, lo cual, por razones que ya veremos, lo convierte en una pieza didáctica muy provechosa para la formación de una ciudadanía defensora de los derechos humanos.
¿Cuál ha sido el excurso en la situación anterior?, ¿es útil o inconveniente? En el caso expuesto el excurso, hecho deliberadamente, sirve para desviarse parcialmente del discurso e introducir información que el autor también considera relevante, aunque no sea central, sobre las condiciones laborales de las personas y la explotación infantil. Así, el autor puede valerse del excurso, para subrayar, por ejemplo, el hecho de que este tipo de problemáticas sociales aún persiste en Colombia. Construido bajo estas circunstancias, el excurso se vuelve beneficioso para el texto, si bien al principio puede parecer incoherente, pues lo que quien escribe busca no es referirse propiamente a tales fenómenos en sí, sino a su representación en los documentales y al potencial didáctico de estos para la formación de una ciudadanía defensora de los derechos humanos.
Lo importante para mantener la coherencia, una vez el excurso queda justificado por su relevancia para cumplir un propósito comunicativo del autor, es que quede claro para el lector, sobre todo al final de la digresión, que se retornará al hilo principal del discurso. Esto puede conseguirse mediante conectores como “volviendo al tema”, “retomando lo dicho al principio”, “volviendo a donde estaba”, etc. Así se hace en última oración del ejemplo: “Ahora bien, retomando lo dicho al principio, el documental tiene la posibilidad de […]”. También es útil aclarar brevemente por qué o para qué se trajo a colación el tema del excurso, tal como se hace en la penúltima oración del ejemplo: “Es importante señalar esto en aras de identificar cómo estas problemáticas siguen vigentes, no son un asunto del pasado”. El escritor incluso podría utilizar esto más tarde para justificar por qué siguen siendo útiles los documentales en relación con situaciones actuales. Finalmente, conviene añadir que no se trae aquí un ejemplo extenso del excurso porque excedería innecesariamente la longitud de este tipo. Tenga en cuenta que muchas digresiones de este tipo pueden ser extensas.
Como figura retórica, la interrogación consiste en hacer un enunciado indirectamente afirmativo mediante el cual realmente no se busca conocer determinada información, sino que se tienen otros propósitos como suscitar o expresar diferentes emociones o sentimientos (por ejemplo, compasión, odio, indignación o aversión por algo) o instar al interlocutor a pensar o realizar algo. Conforme a lo anterior, procure identificar la diferencia entre las siguientes preguntas:
En la pregunta 1, se establece genuinamente una interrogación mediante la cual se busca conocer un dato concreto: los índices de maltrato infantil de Colombia en el año 2021. Por el contrario, las interrogaciones de 2 no pretenden preguntar realmente si se seguirá permitiendo que los niños sean maltratados ni hasta cuándo seguiremos siendo indolentes. Allí, el autor pretende generar compasión e instar al lector a ser empático, reflexionar sobre dicho fenómeno e incluso (¿por qué no?) llevar a cabo acciones para acabar con dicho fenómeno. Con esto queda demostrado que la interrogación como figura retórica no pretende preguntar directamente algo, pues hace afirmaciones implícitas: en el caso de 2, lo que se afirma es que se ha permitido el maltrato a los niños y que hemos sido indolentes respecto a ello.
Las figuras retóricas no son excluyentes. Quiere esto decir que bien podemos combinarlas según la intención que se tenga en la escritura. Así, por ejemplo, una alegoría puede contener epítetos, como se ve en los epítetos “dócil” y “obstinado” que aparecen al caracterizar los caballos de la alegoría de Sócrates. Otro caso: el polisíndeton puede aparecer en el marco de una metáfora; por ejemplo, en un poema podemos decir: “tiene un rostro con esmeraldas y perlas y una rosa florecida y una constelación de estrellas negras”, para referirnos metafóricamente a los ojos, los dientes, la boca y los lunares de un rostro. Es importante, entonces, distinguir los atributos específicos de cada figura teniendo en cuenta que existe la posibilidad de combinarlas.
En el primer apartado de este recurso se ha dicho que las estrategias retóricas son modos de organización del discurso según el propósito de quien escribe. A continuación, se explican varias de dichas estrategias en aras de mostrar su provecho para la escritura.
Mediante esta estrategia, el escritor puede mostrar las razones por las cuales ocurre algo (un hecho, un fenómeno, un acontecimiento, etc.), los efectos que ello ocasiona o ambas cosas. Fíjese en los siguientes casos e intente determinar por qué sería útil esta estrategia:
En todos estos casos, elegir la estrategia retórica de analizar la causa, el efecto o ambos es apropiada como forma de organizar el discurso conforme a las intenciones del autor. Así, por ejemplo, en el caso 1 el autor podría empezar a explicar qué es el cambio climático para luego exponer uno a uno sus efectos.
La clasificación sirve para organizar elementos en diferentes categorías. Para ello es necesario tener en cuenta las características o propiedades de aquello que se clasifica. Note la utilidad de esta estrategia en casos como los siguientes:
Para todos estos casos la clasificación es una estrategia útil para ordenar globalmente el discurso escrito, pues permitirá catalogar y presentar claramente las características de algo (las bacterias, las obras de la autora o los segmentos de la población).
Mediante esta estrategia se establecen distinciones entre diferentes elementos, hechos, situaciones, etc., que pueden tener semejanzas o diferencias. Analice los siguientes casos para identificar por qué sería adecuado usar la comparación o contraste:
En todos estos casos, una estrategia retórica oportuna para organizar el discurso es, justamente, la comparación. A partir de ella, quien escribe puede determinar las similitudes o diferencias entre aquello que le interesa comparar.
La definición es útil para aclarar el significado de un término. Esto, a su vez, puede ser ventajoso de diversas formas según el propósito de quien escribe. Fíjese en estos ejemplos y trate de advertir por qué en esos casos funcionaría la definición:
En todos estos casos, resulta útil la definición, pues ella permite fijar con precisión (de manera breve o extensa) el significado de la justicia y la libertad, del Teorema de Pitágoras o del reino abisal. Así pues, esta es una estrategia muy provechosa si lo que se pretende es fijar con claridad significados.
La descripción permite mostrar detalles o características de un ser, un objeto, un hecho, etc. ¿Por qué la descripción resultaría oportuna en los siguientes casos?
Aquí, la descripción cobra relevancia, pues a través de ella se cumplen los propósitos de los escritores, quienes quieren especificar las características de personas o lugares.
La ejemplificación es apropiada para aclarar ideas de modo que aquello que es abstracto pueda mostrarse de un modo concreto y comprensible. Analice los ejemplos que aparecen a continuación y trate de explicar por qué la ejemplificación sería beneficiosa:
En estos casos, la ejemplificación es beneficiosa para quien escribe, pues le permite concretar una abstracción en situaciones específicas fáciles de comprender para los lectores. Así, por ejemplo, se puede esclarecer un fenómeno complejo como el clientelismo ejemplificando cómo opera en diferentes lugares. Con esto se propicia una comunicación efectiva en el discurso escrito.
Esta estrategia sirve para aclarar los pasos mediante los cuales se lleva a cabo un determinado proceso. Es, entonces, muy útil, para explicar cómo hacer algo. ¿Por qué la explicación sería útil en los casos mostrados a continuación?
La explicación de procesos es la estrategia más apropiada porque le permitirá a estos escritores mostrar el paso a paso de los procesos a los cuales quieren aludir (usar un microscopio, preparar pasta o diseñar un recurso) de modo que sus lectores capten claramente la información.
La narración es adecuada como estrategia para mostrar una sucesión de eventos y contar historias. Fíjese en los siguientes casos y determine cuál es la razón por la que la narración es útil en ellos:
Ciertamente, aquí es la narración la estrategia más adecuada para cumplir con estos propósitos en la escritura, pues permitirá relatar (con o sin un orden cronológico según sea la intención del autor) de manera clara múltiples hechos asociados bien sea con eventos históricos o con la propia vida (como en la autobiografía).
Vale la pena considerar que las estrategias retóricas, al igual que las figuras retóricas, no necesariamente son excluyentes. El lector de este recurso podría preguntarse, por ejemplo, si acaso la narración no admite la descripción (o viceversa) o si en la definición no cabría incluir la ejemplificación. Por supuesto, al escribir un determinado texto, es plausible hacer uso de diversas estrategias de manera simultánea. Lo que aquí se pretende entonces es mostrar cómo, según la intención global de quien escribe, el autor puede elegir una estrategia preponderante para ordenar su discurso y comunicarle al lector sus ideas de un modo más efectivo.
Lea los siguientes fragmentos textuales y, teniendo en cuenta lo explicado hasta ahora en las secciones previas, intente determinar a qué estrategia retórica principal se recurre en cada uno de ellos y cuáles figuras retóricas se utilizan.
En el fragmento 1, la estrategia retórica preponderante que quien escribe ha decidido utilizar para contar la vida del general Barrera es la narración. Probablemente, el lector haya notado que allí hay epítetos (“el inquebrantable general Barrera”, “Barrera el deschavetado”) y metáforas (en expresiones que aluden al corazón dulce o podrido o a odiar con las entrañas). Esto enriquece la narración, le otorga expresividad a la presentación del personaje. En el fragmento 2, en el que la estrategia retórica elegida por quien escribe es la descripción, hay muchos símiles que ayudan a ilustrar más claramente las condiciones del lugar descrito, tal cual se ve al caracterizar las paredes llenas de moho o el tránsito por el baño como una carrera de obstáculos, debido a las baldosas despegadas. Por último, al final del fragmento 2, en el cual prima la causa-efecto como estrategia retórica, la ironía de las oraciones “¡Qué vida digna tan ejemplar la que tienen los chocoanos!” y “Todo gracias al Estado colombiano” permite criticar al Estado colombiano y subrayar su responsabilidad por las condiciones de la vida indigna de los chocoanos.
Es importante insistir en que, aunque aquí se han mostrado separadas, muchas estrategias retóricas se pueden combinar simultáneamente. Así, podríamos decir que en el fragmento 1 se describe a la vez que se narra, por ejemplo. Interesa entonces identificar la estrategia retórica preponderante. Por otro lado, conviene recordar que la o las estrategias usadas pueden ocupar una extensión mucho más prolongada en la construcción de los textos.
Todo lo dicho muestra solo algunas relaciones de las tantas posibles entre las estrategias y las figuras retóricas. Lo importante es comprender que ambas, debidamente seleccionadas e implementadas según la intención del autor, enriquecen el discurso y permiten la comunicación de las ideas de un modo más efectivo. Conviene, en el caso de las figuras, no abusar de ellas y aplicarlas con mesura. Finalmente, es oportuno agregar que no existe un único esquema para combinar las estrategias y las figuras, esto dependerá de los propósitos de quien escribe.
Las figuras y las estrategias retóricas son recursos muy útiles para la construcción de un discurso oral o escrito. Aquí se han destacado sus beneficios para el discurso escrito. Dados los límites de este recurso, no se han expuesto todas las figuras retóricas existentes, pero se han consignado algunas de las que se juzgan más provechosas para la escritura de múltiples tipos de texto con variados propósitos comunicativos. Respecto a las estrategias, verdad es que han sido expuestas de manera muy breve. Con todo, se espera que su caracterización sea suficiente para discernir cómo pueden ayudar a organizar el discurso. Dependerá de usted como escritor usar estas herramientas en su escritura, lo cual, como queda demostrado en este recurso, le traerá muchos beneficios para escribir mejor y de manera eficaz.
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