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Contraargumentación

1. ¿Qué es la contraargumentación?

El propósito de un texto argumentativo es convencer al lector de que una tesis o proposición es verdadera brindando razones o evidencias a favor de la misma.

Sin embargo, muchas veces esto no es suficiente para convencer por completo a la audiencia. Dado que, por lo general, otras personas pueden adoptar razonablemente posiciones contrarias a la que se está defendiendo, un lector atento puede albergar dudas sobre esta si no se discuten y contestan los argumentos que se pueden presentar en contra de ella.

La contraargumentación es una estrategia argumentativa que consiste en anticipar posibles objeciones a la tesis que se está defendiendo y contestarlas con el fin de fortalecer la argumentación que se presenta en un texto.

2. ¿Cuál es el lugar de la contraargumentación en un texto?

No hay reglas estrictas sobre el lugar que debe ocupar la contraargumentación dentro de un texto. Esto depende del tema que se aborda y de las necesidades e intenciones del autor. Sin embargo, sí se pueden dar guías generales sobre en qué parte del texto se deben discutir posibles objeciones a la tesis.

Por ejemplo, los retóricos antiguos consideraban que la contraargumentación debe presentarse después de la exposición de la evidencia a favor de la tesis principal. Una razón para adoptar esta disposición es que podría facilitar la labor de convencer a la audiencia sobre la debilidad de las objeciones.

Por otro lado, si la mayor parte de la audiencia está convencida de antemano de la verdad de algunas posiciones contrarias a la que se quiere defender, puede ser aconsejable refutar dichas posiciones antes de argumentar a favor de la propia.

3. ¿Cómo construir un contraargumento?

Un contraargumento puede construirse con base en el siguiente modelo básico:

  1. Introducción de la objeción. En primer lugar, se debe formular la objeción de la manera más clara y precisa posible.
  2. Discusión de la objeción. Luego, es necesario explicar con más detalle la objeción y presentar la evidencia más importante a su favor. Este paso es indispensable para evitar cometer la falacia del hombre de paja, que consiste en tergiversar un argumento porque es más fácil atacar la versión tergiversada que la versión original.
  3. Confirmación de la tesis. Finalmente, se debe contestar al argumento contrario, señalando las razones por las cuales no invalida la tesis que se quiere defender en el texto.

Además, tenga en cuenta que una objeción o argumento contrario —como cualquier otro argumento— se puede contestar de dos maneras:

  1. Mediante la negación de las premisas. En el primer caso es necesario brindar razones o evidencia para pensar que una o más premisas son falsas.
  2. Mediante la negación de que las premisas justifican la conclusión. En el segundo caso es común, cuando se trata de contestar a argumentos deductivos, construir analogías o contraejemplos, es decir, argumentos que tienen la misma forma lógica que aquel que se quiere refutar pero que son claramente inválidos pues sus premisas son verdaderas y su conclusión es falsa.

4. Ejemplo de un contraargumento

El siguiente es un ejemplo adaptado de un contraargumento que desarrolla Peter Singer, filósofo utilitarista australiano, en su libro Ética Práctica (2009). Note cómo en este ejemplo se presenta: 1) el argumento, 2) la introducción de la objeción, 3) la discusión de la objeción y 4) la confirmación de la tesis.

Este es el argumento que aboga por la obligación de ayudar y que, enunciado de manera más formal, quedaría de la siguiente forma:

      • Primera premisa: si podemos evitar que ocurra algo malo sin sacrificar nada de una importancia comparable, debemos hacerlo.
      • Segunda premisa: la pobreza absoluta es mala.
      • Tercera premisa: hay parte de la pobreza absoluta que podemos evitar sin sacrificar nada de una importancia moral comparable.
      • Conclusión: debemos evitar parte de la pobreza absoluta.

[Una] objeción al argumento que defiende la obligación de ayudar es que establece un nivel tan alto que solo un santo podría alcanzarlo. De esta objeción existen, al menos, tres versiones. La primera mantiene que, siendo la naturaleza humana lo que es, no podemos alcanzar un nivel tan alto, y puesto que es absurdo decir que debemos hacer lo que no podemos, debemos rechazar la afirmación de que debamos dar tanto.

Los que plantean la primera versión de la objeción a menudo están influidos por el hecho de que hemos evolucionado por un proceso natural en el que los que tienen un alto grado de preocupación por sus propios intereses, o los intereses de sus hijos y parientes, se puede esperar que dejen más descendencia en futuras generaciones, y al final reemplacen a cualquiera que sea completamente altruista. De este modo, el biólogo Garret Hardin ha argumentado, apoyando su «ética del bote salvavidas», que el altruismo solo puede existir “a una pequeña escala, a corto plazo, y con grupos pequeños e íntimos”.

Naturalmente tenemos un deseo más fuerte de favorecer los intereses de nuestros parientes más próximos, que de favorecer los intereses de los extraños. Sin embargo, actuar de forma imparcial, aunque quizá fuera muy difícil, no es imposible. La afirmación que se cita de forma frecuente de que «deber» implica «poder» es motivo para rechazar juicios morales tales como «Tenías que haber salvado a toda la gente del barco naufragado», cuando en realidad, si hubiéramos subido a una persona más al bote salvavidas, se hubiera hundido y no hubiéramos salvado a nadie. Sin embargo, cuando tenemos dinero para gastar en lujos y otros se están muriendo de hambre, es evidente que todos podemos dar mucho más de lo que damos.

5. Bibliografía

  • Corbett, E. (1966). Classic Rethoric for the Modern Student. Oxford University Press.
  • Singer, P. (2009). Ricos y pobres. En Ética Práctica (R. Herrera, Trad., 2 ed., págs. 221-248). Akal.
  • Vega, L., & Olmos, P. (Eds.). (2011). Compendio de lógica, argumentación y retórica. Trotta

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