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¿Cómo escribir un texto filosófico?

¿Cómo escribir un texto filosófico?

El texto filosófico por excelencia es un texto argumentativo, pero los textos argumentativos no son específicos de la disciplina filosófica. Así, aunque ya existen guías que usted puede consultar para la preparación y escritura de textos argumentativos, este recurso le permitirá comprender algunas particularidades del texto filosófico.

Tabla de contenido

1. Objetivo del texto filosófico

Si el texto argumentativo tiene el objetivo de apoyar y argumentar una tesis, el texto filosófico tiene además el objetivo de defender una tesis. Más allá de mostrar o defender la conclusión y los pasos que llevan a ella, o de exponer las ideas de otros sobre un problema filosófico, el autor de un texto filosófico debe demostrar y explicar la solución y respuesta correctas a una pregunta y un problema dados. Esto no quiere decir que el texto filosófico busque demostrar la verdad en términos generales y absolutos, más allá de cualquier discusión. Más bien, significa que la posición planteada es la mejor, la única posible, o la más confiable, dados un problema y un conjunto de conceptos situados en un contexto particular.

Además de la estructura básica de un texto argumentativo (introducción, desarrollo de argumentos y conclusión o cierre), el texto filosófico tiene características específicas en cada uno de los componentes de su estructura.

2. Escritura

2.1 Introducción

Un texto filosófico discute y da tratamiento a un problema filosófico, el cual debe ser delimitado y explicado antes de ser solucionado. Lo más recomendable es plantear el problema filosófico en la introducción. Hay muchas maneras de motivar y presentar un problema filosófico: citas, explicación de citas, ejemplos o contraste de posturas a propósito de un mismo asunto. En ocasiones, el problema filosófico le será dado por el profesor; por ejemplo, cuando a usted se le pide que evalúe una postura o que defienda una posición.

Ahora bien, cualquiera que sea el método de presentación del problema, el significado de los conceptos involucrados debe ser claro. El problema de la libertad o libre albedrío queda explicado y motivado una vez se explicita qué se entiende por actuar libremente o a la luz de qué autor se entiende el concepto de libertad. En otras palabras, la motivación exitosa de un problema filosófico requiere tener claridad, por parte del lector y del autor, acerca del significado de los términos que usamos para aclarar el fenómeno problemático.

Es importante tener en cuenta que, en el orden de la escritura del texto, no necesariamente es la introducción aquello que se escribe primero. Es recomendable comenzar por los argumentos (ver más abajo) y luego escribir la introducción una vez usted tenga claro a qué problema se enfrentan sus argumentos y qué respuesta proponen. Sin embargo, en el caso de textos cortos (3-5 páginas) usted puede iniciar con la introducción, delineando en términos generales cuál será el propósito de su texto y su estrategia argumentativa.

2.2 La tesis

Además de motivar el problema filosófico, la introducción debe contener la tesis del autor. Para formular la tesis de un texto filosófico, tenga en cuenta los siguientes puntos:

  1. La tesis debe ser clara y tener la forma de una aserción (‘S es P’). Si no tiene muy clara la tesis de su texto, pregúntese: ¿qué idea estoy defendiendo al decir que el concepto x se debe entender de tal y tal manera? ¿Qué afirmación es verdadera cuando digo que el filósofo Z tiene razón al defender la idea y?
  2. Lo anterior nos lleva a que la tesis no debe confundirse con el propósito u objetivo. La tesis de un texto puede ser diferente de su propósito. Por ejemplo, mientras que la tesis del empirismo dice que el conocimiento tiene su origen en nuestros sentidos, su propósito u objetivo es desacreditar la validez de cualquier conocimiento metafísico o teológico. Nótese que si la tesis del empirismo es verdadera, no necesariamente lo es su propósito. Tener claridad sobre la tesis y el propósito en un texto filosófico es muy importante, pues permite elaborar argumentos claros y directos, de modo que es posible identificar qué es lo que el autor defiende.
  3. Evaluar los argumentos del filósofo Z no es una tesis. Analizar los supuestos de la teoría X tampoco es una tesis. Estos parecen objetivos o propósitos, los cuales se cumplen sin la necesidad de defender o mostrar la verdad de un asunto. Así, proponerse tareas como analizar, evaluar, exponer, comparar o reconstruir no cuentan aún como la afirmación de una tesis.
  4. Aunque la afirmación “el filósofo Z tiene razón al decir tal y cual” es más cercana a una tesis, no tiene la forma de una postura clara. Si bien lo dicho anteriormente puede dar la impresión de que plantear una tesis es algo muy difícil, tenga en cuenta que usted puede plantear una tesis de la mano de un filósofo. Esto es lo que, en gran parte, sus profesores querrán que usted haga. Plantear una tesis con base en un filósofo es, en otras palabras, defender la tesis del filósofo con los argumentos que él ofrece. Esto requiere no solo conocer cuál es la tesis del filósofo, sino conocer y entender cuáles son sus argumentos. En este sentido, sus profesores querrán de usted que sea capaz de defender las tesis de los filósofos valiéndose de los argumentos que ellos mismos han desarrollado. Esto le mostrará al profesor que usted comprende los problemas filosóficos, distingue posiciones filosóficas y sabe reconstruir los argumentos que llevan a ellas. Esto ya es lo suficientemente difícil y sofisticado, teniendo en cuenta la complejidad del pensamiento y escritura filosóficos.
  5. Finalmente, esto nos lleva a la siguiente recomendación: no confunda su postura con una opinión no informada. Usted debe siempre evitar exponer opiniones basadas en posiciones subjetivas o autobiográficas, pues este no es el objetivo de un texto filosófico. El profesor busca reconocer en usted cualidades analíticas y reflexivas, las cuales se dan cuando usted identifica las tesis de los filósofos y es capaz de reconstruir los argumentos que dirigen a ellas.

2.3 Argumentación

Los textos filosóficos requieren un número limitado de palabras. Por eso, es importante que usted planee y delimite el número de sus argumentos. Por lo general, entre dos y cuatro argumentos son suficientes para sentar una posición, justificarla y demostrar por qué es la mejor solución al problema. Si quiere escribir un buen texto filosófico, siga estas dos recomendaciones:

  • Formule sus argumentos en la forma de razonamientos. Es decir, sus argumentos deben tener la forma de inferencias. Esto no solo hará que sus argumentos sean claros, sino que le permitirá a usted identificar qué puntos de su argumentación requieren más sustento y evidencia. Para esto, procure que sus argumentos, en la forma de razonamientos, muestren cómo la conclusión se sigue de las premisas. Usted puede hacer esto haciendo uso de la lógica. Adicionalmente, puesto que las premisas se definen como aquellos enunciados que, siendo verdaderos, garantizan la verdad de la conclusión, es necesario que usted explique las premisas que usa. Consideremos un ejemplo.

Si la tesis o conclusión de mi texto es que el empirismo es verdadero, conviene identificar cada una de las premisas que podrían llevarme a esa conclusión. Por ejemplo, dos premisas podrían ser: ‘es imposible que existan ideas innatas’ y ‘si las ideas innatas no existen, nuestro conocimiento depende completamente de nuestra experiencia’. Así, uno podría formular el argumento a favor del empirismo de la siguiente manera:

(1) Si las ideas innatas no existen, todo nuestro conocimiento dependería de nuestra experiencia.

(2) Ahora bien, es imposible que existan ideas innatas.

(3) Se sigue entonces que todo nuestro conocimiento depende de nuestra experiencia y, por tanto, el empirismo es verdadero.

El argumento por sí mismo no es satisfactorio, pues las premisas deben ser explicadas. De este modo, se muestra no solo cómo las premisas llevan a la conclusión, sino también por qué lo hacen. Esto hará que la argumentación sea clara y la conclusión esté sustentada. Una manera de hacer esto en el argumento anterior es explicando la relación que hay entre el concepto de “ideas innatas” y su relación con el origen de nuestro conocimiento; específicamente, si las ideas innatas existen, al menos una parte de nuestro conocimiento sería adquirido antes de cualquier experiencia. La premisa (2) podría explicarse y defenderse a la luz de las razones que ofrece Locke; esas razones deberían mencionarse en defensa de la verdad de la premisa. 

  • Al defender o argumentar una postura, trate de anticipar siempre por lo menos una objeción. O sea, ofrezca argumentos y contraargumentos a favor de la tesis que usted defienda. Esto será valorado por el lector porque demuestra una mayor comprensión del problema filosófico, pues la contraargumentación se considera una habilidad argumentativa sofisticada. Por ejemplo, cuando critique la postura de un filósofo, no piense que él aceptará su crítica y no tendrá nada que responder; trate de prever esa respuesta y de ofrecer argumentos también en contra de ella. Esta es una de las particularidades de la argumentación filosófica. Como en la filosofía no hay nada establecido y, en principio, cualquier posición puede debatirse, no es suficiente con que usted argumente a favor de una postura, sino que argumente en contra de aquellas posturas y contrarreste posibles objeciones. Otro aspecto a tener en cuenta sobre la contraargumentación es no recurrir a objeciones obvias. La dificultad de la objeción que usted plantee está en función del esfuerzo que requiere responderla. En este sentido, mientras más elaborada sea la objeción, más calidad argumentativa tendrá su texto.

Aunque no es una regla general, es útil recurrir a ejemplos para motivar y plantear los argumentos. En este sentido, usted puede comenzar con un ejemplo que confirme o controvierta la tesis inicial y, a partir del análisis del ejemplo, hacer explícitos los supuestos y premisas que lo sustentan. Si va a recurrir a ejemplos para su argumentación, debe tener en cuenta que estos son útiles y efectivos únicamente cuando exhiben la dimensión del problema filosófico en cuestión. 

2.4 Conclusión

Usted estará en posición de concluir y de terminar su texto cuando su argumento se haya completado, o cuando se haya mostrado y defendido la verdad de su tesis. En este sentido, es recomendable que usted concluya su texto justo después de las respuestas a las objeciones o contraargumentos. Al igual que otros textos argumentativos, un texto filosófico puede concluirse indicando a modo de recuento los argumentos presentados y cómo estos soportan la tesis. Usted puede recurrir a dos estrategias que harán que su conclusión sea interesante y no una simple repetición de lo que se dice en la introducción. En primer lugar, usted puede decir su tesis en otras palabras. Usted puede hablar con otras palabras de los conceptos que ha desarrollado al apelar a sus definiciones. Por ejemplo, si un texto ha defendido la verdad del escepticismo, la conclusión puede decir que a la luz de los argumentos expuestos no hay razón suficiente para creer que tenemos conocimiento certero e infalible. En segundo lugar, usted puede ir más allá de su tesis. Los argumentos y problemas filosóficos son importantes porque ellos tienen consecuencias. Usted puede concluir su texto recurriendo a las consecuencias que tiene la verdad de su tesis.

Además de estas características de cada una de las secciones, hay aspectos que debe tener en cuenta a lo largo de la escritura de un texto filosófico.

3. Aspectos adicionales

3.1 Claridad

La escritura en filosofía tiende a ser densa y conceptualmente cargada, así como llena de distinciones y sutilezas que le exigen concentración y esfuerzo al lector. En este sentido, pretenda que el lector leyó, pero no comprendió, las lecturas que usted discute en su texto. Así, primero, use siempre su propia voz: no intente sonar sofisticado u oscuro, pues esto no hará su ensayo más interesante o correcto; antes bien, la afectación en la manera de escribir puede dar la impresión de que usted tiene dificultad en explicar los conceptos e ideas relevantes. Segundo, defina todos los términos relevantes para su argumentación y su texto. Obviamente, no tendrá que definir todas y cada una de las palabras que usted usa en su texto. Un ensayo de filosofía no tiene que definir de entrada qué es la filosofía. Aunque un texto sobre metafilosofía (la rama de la filosofía que investiga la naturaleza de la investigación filosófica) probablemente sí tendrá que especificar qué se entiende por ‘filosofía’. Esto apunta a una recomendación general: no hay una lista de palabras que deban aclararse en todos los textos filosóficos. Lo que requiere definición y aclaración viene dado por el texto filosófico y el problema del que este se ocupe. Piense cuáles son los términos que alguien debería entender para estar de acuerdo con su argumento, o cuáles términos son tan particularmente ambiguos que si se confundiera su significado llevaría a una incomprensión del argumento que usted plantea. Finalmente, la revisión y edición del texto ayudará a que este sea más claro. Una vez termine su ensayo, reléalo para asegurarse de que usted ha seguido las dos recomendaciones anteriores. Seguir estos tres consejos le ayudará a explicar y aclarar -incluso a usted mismo- la complejidad y alcance de los conceptos filosóficos en discusión.

3.2 Citas

Gran parte de un texto filosófico requiere citar o referirse al trabajo de otros filósofos que se han ocupado de los mismos problemas filosóficos. Las citas se usan para:

  1. motivar y presentar el problema filosófico,
  2. defender o criticar una postura,
  3. evaluar y presentar diferentes perspectivas acerca de un problema.

Cualquiera que sea la finalidad con que se usen las citas, lo cierto es que gran parte del trabajo en filosofía requiere un diálogo que se exhibe en ellas. Ahora bien, a propósito de las citas conviene tener en cuenta estas recomendaciones:

  • Use la cita directa cuando sea importante mencionar las palabras exactas del autor al que usted se refiere. Esa importancia depende de los propósitos de su texto al momento de citar: puede ser argumentar, explicar la idea del autor, hacer exégesis, criticar la postura del autor tal como está expresada. Si no es necesario presentar las palabras exactas del autor, puede hacer uso de la cita indirecta o paráfrasis.
  • No pretenda que las citas hagan el trabajo que le corresponde a usted, es decir, ellas no deben remplazar su propia explicación. Cuando cite a un autor, explique la cita en sus propias palabras. El lector no valorará positivamente su ensayo a partir de su habilidad de presentar lo que dijo otro autor, sino en su manera de reconstruir ideas ajenas, apropiarlas y explicarlas con claridad.
  • De otro lado, y como regla general, aplique el principio de claridad: explique y presente las ideas ajenas de tal modo que estas tengan perfecto sentido y, al momento de citar el argumento de otro autor (sea para criticarlo o para estar de acuerdo con él), hágalo de tal modo que ese autor estaría de acuerdo con su manera de plantear las cosas.
  • Finalmente, para ensayos cortos (3-5 páginas), no cite más de dos o tres líneas, pues de otro modo un gran porcentaje de su texto no será de su autoría. Solo cite aquellas ideas que sean centrales tal como están en el texto de otro autor, sea por su relevancia para la argumentación o su importancia.

4. Bibliografía

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